Sopa sin fin; ¿es realmente segura?
En los días de los pobres estudiantes o trabajadores juveniles era popular tener sopa sin fin; una gran olla en la estufa que se llenaba con ingredientes nuevos y sobrantes cuando estaban disponibles.
Normalmente la olla se guardaba en la nevera durante la noche.
Los alimentos que se añadían eran a veces restos de platos de otros compañeros de piso (de la casa compartida), que a su vez se tomaban la sopa también.
La mayoría de los días los otros ingredientes eran verduras frescas, judías, granos y productos de carne fresca del carnicero local, si el dinero lo permitía.
Las coles de Bruselas estaban prohibidas, así como las especias fuertes (las añadías a tu bol antes de servir).
También, por ironía, siempre se dejaba una gran piedra (limpia) en la olla.
El pan fresco a veces se cocinaba en el horno mientras los huesos agrietados se doraban, pero el horno era a menudo una trampa mortal eléctrica y ambiental.
La olla siguió funcionando hasta las vacaciones de verano, y nadie se intoxicó con comida en mi época, ni con ninguna historia de estudiantes que haya escuchado.
Este tipo de actividad está registrada en la historia como una idea popular de ahorro de recursos.
¿Hay alguna implicación real de seguridad alimentaria con este método de cocción? ¿Y se ha publicado algún estudio real de esta técnica?
Sigo recomendando esta idea de ahorro de dinero a los estudiantes actuales, aunque no me entusiasma que se continúen las malas prácticas.